Mi primer contacto con el ghee fue cuando era súper chiquita y mi mamá nos los daba a mi hermana a mi con leche caliente, cúrcuma y miel (remedio Ayurveda de mi madre). Era un sabor increíblemente delicioso que jamás se me ha olvidado. Para mi mamá era darnos medicina pero para nosotras, era lo más delicioso. Bajar a desayunar y lo primero que tomabamos era esa lechita con ese sabor de ghee inigualable. 

Desde entonces, el olor de ghee me transporta directamente a la mesita de Ikea en donde nos sentaba mi mamá en las mañanas para desayunar cuando eramos enanas. Hoy, uso el ghee en un millón de cosas como se darán cuenta en mis recetas. Parte importante de mis rituales de la noche, consiste en tomar casi la misma leche que nos daba mi mamá, sólo que ahora con leche de coco, cúruma, jengibre, monk fruit o stevia y una buena cucharadita de ghee. 

Parte de porque es tan bueno el ghee (en cantidades adecuadas, como todo) es su composición nutrimental. Tiene un contenido elevado de ácido butírico, que es un ácido graso de cadena media, que esta asociado con la salud del metabolismo intestinal, es más fácil de digerir que la mantequilla normal y tiene buenas cantidades de vitamina A y E. Si la mantequilla que usaste es de vacas de libre pastoreo, también tendrá más vitamina K. La vitamina A y E son fuertes antioxidantes que favorecen la salud cardiovascular. Sólo siempre acuerdate que como todas las grasas hay cantidades ideales para comerlas, y el ghee no es una excepción aunque tenga muchos beneficios. 

Les dejo entonces esta receta para que hagan su propio ghee (porque el de las tiendas además no es muy barato que digamos), y así tendrás control de la calidad de la mantequilla y su origen. 

¡Cuéntenme sÍ la hacen! ¡Que nada me da más emoción que saber que las recetas que les escribo las hace alguien más!